jueves, 8 de agosto de 2013

Obra constante, personaje variable


(Dedicado a mis siempre fugaces deseos)


No pude considerarte perfecta, pues de ser así, en primera instancia, sería imposible tu existencia. Un campo en el que conviven y se mezclan, las esencias de las flores más maravillosas, tan hipnotizante y casi, podría jurar, que se degusta, era, o es, tu perfume.

Disculpa si tuve miedo. Aunque deseaba compartirte la respuesta a la incógnita que me invadía, me hubiese sido imposible regresar, desde dentro del abismo de tus ojos.

La conexión entre, cerebro y corazón, por medio de la cual escuché tus dulces palabras y me transmitías sentimientos, tu boca, tus labios.

Contenedor de lo etéreo, el verdadero ser, no existe deseo lo inmensamente grande para cumplir el capricho que me lo permita ver, y debo conformarme con admirar a la belleza de la armadura que lo guarda, no hay otro, tu cuerpo.

Preludio que, mínimamente, describe al personaje central sobre el cual construí una obra fantástica, de no sé cuanta duración. A reseñar la misma, no le encuentro ningún caso, para mí, no tiene importancia. Planes, implícitamente a futuro, derrumbados; dulces ayeres, que hoy día se pudieran probar ligeramente amargos.

No me aferro al pasado, siempre los recuerdos se vuelven memorias; el mañana sé que no me decepcionará; nunca he vivido con resignación el presente.

Son cosas innecesarias que no busco conozcas. Sin embargo, es una lástima el que no pudieras haber acudido a ninguna de las puestas, que estuvo brindando mi imaginación cada noche mientras dormía.

"El inconveniente de planear tu futuro, es que no cumpla con las expectativas que propusiste"
 Alexander Zante

©Alexander Zante. Todos los derechos reservados.

domingo, 4 de agosto de 2013

Carta I

Me encuentro renuente a darte aquellas palabras que por mucho tiempo he callado, y en este punto es porque he olvidado ese "porque"; el sentimiento brotaba desde antes de que pudieramos entablar la primera conversación formal, por ello encontraba un poco arriesgado expresar esto que llevo, pues ¿quién podría aceptar amor, si lo hubiese sido, de un total desconocido?, debía eliminar aquella insignia sembrada en mí.

El tiempo no me hizo siquiera un poco más valiente, todo mi sentir ha quedado grabado en suspiros de tinta que nunca habré de mostrarte, al menos de forma en que sepas que han nacido por ti; ¿alguna vez sospechaste?, supongo que sí, pero fui lo bastante "audaz", palabra que tú habrás usado para describirme, mientras el mundo y yo habríamos de nombrarme cobarde.

Rememoro el pasado que no recuerdo, creando, tal vez, uno que otro autoengaño, ¡culparte de mi dolor sería más fácil!, mas que clase de persona sería yo haciendo esto; el verdadero espejismo surgió desde el inicio, no hubo pauta alguna de tu parte que alimentase mi, de por si, fantástica imaginación, sino un supuesto que creé, y tus palabras, ese "acercamiento", no hicieron más que exacerbar mi mal.

Agradezco el bien y mal causado sin deliberación, pasé de la ligera indiferencia a la felicitación, vaya caso el mío; ese desconocimiento parcial que me quedó de ti fue bastante bueno, pues no quería reconstruir la imagen que te había formado; ¿hay algo más que deba decir?, esta pregunta retumba constantemente, ya que deseo llegar a una conclusión satisfactoria que ponga punto final a algo que existía solamente para mi, pero siento que sería un cierre prematuro, pues todavía queda papel y tinta, además las ideas que el destino tiene para plasmar son bastante pasajeras, hoy nos escribe en hojas o libros separados, el arrepentimiento es un consejero de voz baja pero terriblemente insistente.

La única palabra que se me ocurre para una despedida es:
-Continúa-
pues muy en el fondo, pese a que no cumpla con nuestras expectativas, no queremos un final...

©Alexander Zante